Hay presencias
en nuestras vidas que nos inspiran.
Nos impulsan a aspirar a un ideal
más elevado.
Nos abren a la esperanza de una vida
mejor.
Nos dan la confianza de que es
posible.
Nos elevan, nos llevan a otro
espacio de sentir y de ser.
Amplían nuestra mirada.
Son como la fragancia del jazmín.
Nos envuelven de un perfume que da
otro color a nuestra vida. Se lleva todo el aire viciado de los sentimientos
encallados, y el corazón empieza a sentir la fragancia de la libertad.
Son presencias luminosas.
La pesadez se esfuma y aparece la
luz, ilumina las estancias de tu alma, y se vuelve prioritario limpiarlas. Ves,
reconoces y decides soltar.
Vives la liviandad de ser libre, sin
nada que te ate.
Hay presencias que son como un
fuerte viento: a su paso cambian el paisaje.
Otras presencias, son como la brisa,
son una caricia para el alma. Te hacen sentir amada, reconocida, respetada.
Miriam Subirana( El poder de nuestra presencia).